Historia del Mercado
Que Sabemos de su Origen…
La Plaza que tenemos delante, se construyo en 1934, la plaza de abastos es la heredera, de los abastecimiento de la ciudad desde la Edad Media por parte del gobierno local: el consejo, tenía la obligación de proporcionar el abastecimiento de la ciudad y regular los precios y consumos para evitar especulaciones, e incluso hambrunas, por el acaparamiento de productos de primera necesidad, y especular con los precios. Para este fin, sabemos que desde finales de la Edad Media, se citan en las fuentes escritas , las existencias de carnicerías y pescadería de la villa o municipales, que el consejo arrendaba anualmente , donde la población adquiere siempre lo necesario para la alimentación.
Se muestran paños de azulejos referidos a centros de flores, de frutas y guirnaldas en el exterior de la fachada en torno a las portadas y que luego se combinan en el interior del edificio además de azulejos, con frescos de pinturas, sobre todo guirnaldas compuestas por flores, vegetales y frutas.
El vendedor de pescado «El Moreno» a principios de los años 50.
Sabemos que desde finales de la Edad Media, se citan en las fuentes escritas , las existencias de carnicerías y pescaderías de la villa o municipales, que el consejo arrendaba anualmente , donde la población adquiere siempre lo necesario para la alimentación.
Arquitectura y funcionalidad
El edificio de planta rectangular, está cubierto en el centro por una gran linterna o montera, de cristal y hierro, que está muy relacionada en parte, con los nuevos materiales constructivos que van a surgir de la Revolución Industrial, como es el hierro y el acero, aunque en Lebrija supone una leve pincelada; ya que el empleo de estos elementos no serán muy frecuente por el momento, hasta bien entrada la segunda Mitad del s. XX. Y más bien los años 70 del s. XX.
Las mujeres son las verdaderas protagonistas de esta plaza, de hecho se le recuerda como Plaza de las Mujeres, porque tradicionalmente era la mujer la que se encarga de realizar las compras, de administrar parte importante de la economía familiar, y acudir por tanto a los puestos a comprar lo que podía o lo que requería para la cesta diaria, haciendo en algunas ocasiones en épocas de escasez verdadera proezas para que el dinero más bien poco llegará y cundiera al máximo; entablándose conversaciones con hombres y mujeres que regentaban los puestos, en épocas donde no existían las grandes superficies y los productos eran mucho más naturales y saludables.